martes, 21 de mayo de 2013

LOS DUEÑOS DEL PETRÓLEO Y LAS BOMBONITAS DE GAS


   La fanfarronería revolucionaria chavista ha dicho con frecuencia que se recuperó la plena soberanía petrolera. La palabrería hueca de la revolución venezolana igualmente habla de las inmensas reservas de gas de la nación. La charlatanería nacionalista le dice a los ciudadanos que son los dueños de la riqueza petrolera y gasífera, los auténticos poseedores de las reservas de hidrocarburos.

   Se expropió, se nacionalizó, se izó la bandera nacional en las instalaciones manejadas por empresas extranjeras y la patria con todo eso quedo más dignificada.

   Han pasado varios años de todas esas consignas y de todas esas acciones. Y la estupidez revolucionaria, la ineptitud revolucionaria y, también, la corrupción revolucionaria quedan expuestas en toda su extensión cuando vemos a los más humildes y necesitados de nuestro pueblo haciendo interminables colas para adquirir una pequeña bombona de gas doméstico.

   La necesidad lleva a la pobre gente, quienes son los dueños de los hidrocarburos de uno de los países con las mayores reservas de petróleo del mundo, a realizar colas desde la madrugada a las afueras de los establecimientos donde se vende el gas doméstico o a pagar un sobreprecio para poder obtener el gas necesario para preparar los alimentos.

   La distancia no puede ser más grande entre el imbécil discurso revolucionario y la caótica realidad que viven los llamados dueños del petróleo y el gas que esta en la entrañas de nuestro territorio.

    La charlatanería decía y dice que esta defendiendo nuestras reservas de hidrocarburos de las oscuras intenciones de las naciones imperialistas. Pero, más bien, condena a los más humildes a padecer las consecuencias de una economía intervenida y poco competitiva.

   Porque aquí los que gozan de todas la comodidades y viven muy bien son los que manejan la industria petrolera y gasífera de Venezuela. Ellos no viven --como decía el Che Guevara-- con las privaciones con las que vive el hombre común. Al hombre común  en este país lo que sale es hacer una cola humillante para comprar la bombonita de gas para cocinarles los alimentos a los hijos.

   El Che Guevara decía que el revolucionario y el hijo del revolucionario deben vivir con las carencias con que vive el hombre común y el hijo del hombre común. Pero aquí los administradores revolucionarios  de la industria del petróleo y del gas viven con todos los lujos. Mientras los dueños de la industria y de las reservas de hidrocarburos sufren y padecen para adquirir su bombonita de gas.

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